RECONOCE EU QUE NO HAY VENCEDORES EN UNA GUERRA NUCLEAR PERO INVIERTE EN SU ARSENAL

Internacional

EL SINODAL DE TAMAULIPAS

Nueva York.- Empieza así: “Pues, hubo un ataque nuclear. No me preguntes cómo o por qué. Solo necesitas saber que la grande ha llegado”.

El video-anuncio público de 90 segundos difundido por el gobierno de la ciudad de Nueva York es narrado por una mujer caminando por calles vacías quien ofrece tres pasos que los neoyorquinos deben seguir para sobrevivir a un ataque nuclear: buscar asilo al interior de un edificio lejos de las ventanas, no salir para reducir ser expuesto al polvo radioactivo y seguir instrucciones oficiales difundidas por los medios.

El anuncio se transmite ahora mismo aunque parece reliquia de hace más de medio siglo cuando estos mensajes eran comunes, y causó suficiente preocupación como para que el gobierno municipal de Nueva York se viera obligado a aclarar que no existe una amenaza inminente de un ataque nuclear.

Este anuncio se difunde en medio de crecientes tensiones y confrontaciones indirectas entre Washington y Moscú en torno a Ucrania que incluyen amenazas de uso de armas nucleares, y esta semana, con Beijing con la visita oficial a Taiwán este martes de Nancy Pelosi, la presidenta de la cámara baja del Congreso, como acto abierto de desafío a China.

El lunes, en la inauguración de la conferencia de evaluación del Tratado de No Proliferación en la sede de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York, el secretario general Antonio Guterres advirtió que el mundo “está a un malentendido, a un solo error de cálculo, de la aniquilación nuclear”. [https://www.jornada.com.mx/2022/08/02/mundo/020n1mun].

A la vez, Estados Unidos y las principales potencias nucleares -incluyendo Rusia y China- han afirmado que “una guerra nuclear no puede tener ganadores y nunca debe ser librada”.

Pero Estados Unidos, mientras promueve propuestas para nuevos tratados de reducción de armas nucleares, festeja el hecho de que los arsenales nucleares se han reducido por casi un 90 por ciento desde 1967 y reitera que no hay vencedores en una guerra nuclear, está invirtiendo miles de millones de dólares en modernizar y hasta ampliar su arsenal.

De hecho, el arsenal nuclear mundial -calculado en poco más de 13 mil armas, con Estados Unidos y Rusia bicampeones mundiales al compartir el 90 por ciento del total-, se está incrementando por primera vez desde el fin de la guerra fría, reporta SIPRI, el más destacado centro independiente de investigación sobre armamento militar en el mundo, en su informe anual para 2022.

Durante los últimos años, Estados Unidos está impulsando una programa de ‘modernización’ de su arsenal bajo gobiernos tanto republicanos como demócratas -otro de los pocos temas donde hay un consenso bipartidista general. Estados Unidos gastará 634 mil millones de dólares a lo largo de 10 años entre 2021 y 2030 para mantener y modernizar su arsenal, un incremento del 28 por ciento sobre el gasto de los últimos 10 años, calcula la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO). Ese es un gasto muy superior al de los demás poderes nucleares en este rubro.

El gobierno de Joe Biden lo continúa, y en algunos rubros ha incrementado, cada aspecto del gasto programado para el arsenal nuclear que heredó de los dos gobiernos anteriores (Trump y Obama), incluyendo el desarrollo de nuevas armas, reporta la Asociación de Control de Armas [https://www.armscontrol.org/factsheets/USNuclearModernization].

Como siempre, está justificando todo esto ante las amenazas de otros poderes nucleares que considera hostiles en esta coyuntura, sobre todo Rusia y China, pero también poderes potenciales como Irán y Corea del Norte.

“Estados Unidos cree que todos los Estados con armamentos nucleares tienen un deber de actuar de manera responsable”, afirmó el secretario de Estado, Antony Blinken, en la apertura de la conferencia de evaluación del Tratado de No Proliferación el lunes. Insistió en que el papel de las armas nucleares estadunidenses es disuadir ataques nucleares contra su país y sus aliados. Advirtió -aparentemente sin darse cuenta de que contradice la afirmación de que no hay vencedores en una guerra nuclear- que “Estados Unidos sólo contemplaría el uso de armas nucleares en circunstancias extremas para defender los intereses vitales de Estados Unidos, sus aliados y socios”.

Vale recordar que, desde hace décadas, los expertos han repetido que no hay salvación -dentro o fuera de edificios- de un ataque nuclear masivo, donde un número incontable de gente morirá de inmediato y todos los demás serían envenenados por radiación que los matará a lo largo del tiempo. Durante el gobierno de Jimmy Carter, se elaboraron documentos clasificados y sólo revelados hasta después del fin de la guerra fría que concluyen que una guerra nuclear no habrá un ganador. Años antes, a principios de los sesenta, cálculos de bajas de un intercambio de ataques nucleares entre ambos superpoderes apuntaban a 134 millones de muertos estadunidenses y 140 millones de soviéticos. Líderes civiles y militares mantuvieron todos esta matemática en secreto hasta después del fin de la guerra fría. Cálculos oficiales de bajas por armas nucleares en tiempos más recientes siguen clasificados como secreto de estado [https://nsarchive.gwu.edu/briefing-book/nuclear-vault/2022-07-14/long-classified-us-estimates-nuclear-war-casualties-during].

Así, a 77 años del estreno del uso de bombas atómicas por Estados Unidos -el único país que ha empleado armas de destrucción masiva- al arrojar una sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto, y otra sobre Nagasaki el 9 de agosto de 1945 causando la muerte inmediata de más de 120 mil personas y la muerte lenta de decenas de miles más- el espectro de la guerra nuclear no sólo se sigue contemplado dentro de los planes “estratégicos” de Estados Unidos y los otros poderes, sino que algunos calculan que el riesgo de una apocalipsis nuclear nunca ha sido mayor.

La hora del famoso Reloj del Dia del Fin del Mundo elaborado por el Boletín de los Científicos Atómicos -organización fundada por Albert Einstein y sus colegas- es fijada cada año en enero para de manera metafórica medir qué tan cerca está el mundo a su fin y quedó en 100 segundos hasta la medianoche por tercer año -lo más cerca que jamás ha estado desde que se estrenó hace 75 años [https://thebulletin.org/doomsday-clock/].