El Otro Balcón
La Cuarta Transformación tamaulipeca tuvo 3 salidas para dar mayor cauce al proyecto obradorista: comprar voluntades con millones de pesos en el Congreso, reformar la ley hasta el límite de violentarla o ganarse la legitimidad ciudadana legislando a favor del pueblo que echó a Cabeza de Vaca.
El fin de semana, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) decidió usar la segunda salida, con la creación de la Junta de Gobierno en la Ley sobre la Organización y Funcionamiento Internos del Congreso. La bancada guinda torció la norma, para protegerse de un vendaval mayor del cabecismo, después de que el Tribunal Electoral determinó que el poder que ejerció durante 6 meses era espurio.
Pero antes de ir por la guerra legal, Morena se encaminó por una de las veredas mas sinuosas: la compra de voluntades. Trataron de obtener lo imposible con el viejo manual de hacer política. La negociación fue miel sobre hojuelas, pero todo se vino abajo en un santiamén. La medalla de la derrota fue hecha por enemigos y compañeros del movimiento que no supieron ver más allá de sus horizontes; este revés fue lo mejor que le pudo pasar al gobernador Américo Villarreal Anaya, porque, de haberse concretado, el antecedente era un contrasentido al ideal de democracia que tanto pronunció en campaña.
Las y los integrantes de la Cuarta Transformación tamaulipeca no pueden alegar inocencia sobre el tipo de rival político que enfrentaban, enfrentan y enfrentarán. Quienes respondieron al llamado en 2017 de Ricardo Monreal y Rodolfo González para crear Morena en Tamaulipas no eran ingenuos y vieron en el obradorismo la única manera de lograr sus aspiraciones individuales y colectivas.
Pero lo que ha pasado desde el 30 de septiembre de 2021 es la cruda realidad de quienes no escucharon que para gobernar hay que prepararse intelectualmente, hacer estrategias y comprender lo tangible y lo simbólico.
Morena no escarmentó de la compra de las diputadas Lidia Martínez y Leticia Sánchez ocurrida el 30 de septiembre de 2021. En los meses siguientes los cabecistas compraron expedientes, diputados, jueces, magistrados, periodistas y funcionarios de todos los niveles, para salvar su pellejo y anular al enemigo, fuera Úrsula, Olga, Américo o Andrés Manuel López Obrador o Andrés Manuel López Beltrán.
El estado de las cosas en la política estatal no es una sorpresa para quienes seguimos el sexenio de Cabeza de Vaca y el arranque de López Obrador; ambos personajes se tomaron de la mano y después buscaron destruirse. Al presidente le bastó con borrar simbólicamente a Cabeza de Vaca del mapa nacional. El panista midió fuerzas y prefirió elegir rivales más débiles, pelear con alguien de menor peso para dar la idea de que es invencible.
Lo dicho: lo simbólico por encima de lo tangible.
López Obrador ha gobernador este país desde lo simbólico, desde las palabras, las canciones, la cercanía con la población; los actos simbólicos son la mejor herramienta para ejercer el poder y la mano dura solo se usa cuando es necesario, nos ha mostrado el tabasqueño. Pero tal parece que pocas legisladoras y menos funcionarios, de los que ocupan cargos decisivos, entienden las dimensiones del ejercicio político, no practican la responsabilidad y prefieren caminar con sus egos por delante.
La única salida que le queda a la Cuarta Transformación es legislar y comenzar a gobernar mirando al presente y a quienes les votaron; actuar desde lo tangible posible pero apuntando a lo simbólico para que el costo de gobernar no sea tan alto en 2024, para que la ausencia de López Obrador no abra un boquete por donde regrese Cabeza de Vaca.
La realidad es que el gobierno morenista no tendrá acuerdos benéficos en los poderes Legislativo y Judicial; el rumor de que la Fiscalía General de Justicia se sacudirá en enero o febrero es poco creíble; el rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Guillermo Mendoza, avanza lentamente en el pacto; los otros poderes fácticos se muestran sin pudor a lo largo del estado.
La única opción de legitimarse es legislar para las minorías, como las infancias, el movimiento feminista, la comunidad LGBTI+, los ganaderos, entre otros. La única opción de gobernar es bajarse del ring, donde a unos les conviene tenerlos y solo a unos cuantos nos importa verles, y atender con efectividad la violencia y la percepción de que no hay Cuarta Transformación en marcha.
Las 3 mentiras
1.- Eduardo Gattás es el único morenista que puede retener la alcaldía de Ciudad Victoria.
2.- Nadie quedó herido en el ataque al secretario general de Gobierno, Héctor Villegas González.
3.- Ricardo Gamundi sigue trabajando en el gobierno estatal, tal vez siga cobrando.