EL ILUSTRE

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

Celebro que estas líneas no sean el párrafo inicial de una elegía.
En más de una ocasión me he quedado con el remordimiento de no expresarle a mis amigos, o a las personas que admiro, lo que de ellas pienso o los sentimientos que me inspiran, y que esos sentimientos se expresen con claridad y se hagan públicos, cuando ya no pueden ser leídos o escuchados, mas que por sus deudos.

El Ilustre haciendo política con el candidato y luego presidente municipal Everardo Villarreal, y un poco antes con Manuel Muñoz Cano, embajador plenipotenciario del gobernador Eugenio Hernández en Reynosa, así fue como conocí a Don Ezequiel Alvarez Cornejo.

Los martes de paella en el Hotel Astromundo de Reynosa, hicieron posible que el interés de dialogar con un político de vasta experiencia, se convirtiera en afecto por un ser humano generoso, amable, educado, comprensivo, ocurrente, divertido y muy solidario.

Mis críticas a su jefe laboral, el presidente municipal de Reynosa, no influyeron en ese trato cordial que me ofrecía. Y cuando yo le hice referencia a mis escritos sobre la administración en la que el fungía como Director de gobierno, aprovechó para decirme que la amistad que me ofrecía, no estaba condicionada a mi trabajo o el suyo.

Al concluir su ciclo como funcionario municipal de Reynosa, regresaba eventualmente al municipio en calidad de Delegado estatal del Instituto Nacional de Migración. Las invitaciones a comer, aunque ya no eran tan frecuentes, las seguía disfrutando mucho, porque la comida era buena, y mejor la conversación. De ese tiempo recuerdo que pensaba que un hombre de esa calidad humana, no estaba hecho para esos trabajos en los que se debe lidiar con las miserias humanas, y no lo digo por los migrantes.

El ilustre es un compendio de sabiduría política, es la enciclopedia viva de la historia política de los años ochenta en adelante, es el analista de la política y la condición humana.

Pero también es el ser humano generoso que adora a su madre, que quiere a su compañera, que se entusiasma con sus perros, que cuida sus plantas y presume las flores de su jardín y que cultiva con esmero sus afectos, sus amistades.

Recientemente tuvimos la oportunidad de ponernos al día. Me contó, maravillado y agradecido por la ciencia médica y por los doctores, personas e instituciones que participaron en el proceso de superar un problema de salud.

Ha tomado con sabiduría esas experiencias. Hombre de fe, con frecuencia agradece a Dios por la oportunidad de vivir un día más y de gozar de tantas cosas buenas, entre las que seguramente se cuenta el afecto de muchos amigos, entre los que tengo el privilegio de contarme.

¡Larga y feliz vida al
Ilustre!