AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Kalimán

Estaba yo tomando clases por medio de Zoom, acá, en mi mullido cumulonimbus, estudiando la historia de la radiodifusión, cuando el maestro Jorge Peña compartió el primer capítulo de la serie “Los Profanadores de Tumbas” de la radionovela “Kalimán, el Hombre Increíble”. 

En esa aventura, Kalimán se enfrenta a un ladrón de tumbas alemán, Erich von Kraufen, quien busca encontrar y saquear la cámara mortuoria del faraón egipcio Ramés III, con la ayuda de un grupo de beduinos asesinos. 

Kalimán debe rescatar a la joven en apuros, acabar con los criminales y resolver el misterio de las momias que regresan a la vida. 

Total, dentro de este ejercicio, pude recordar aquella época romántica, cuando no había Internet y solo podíamos aspirar a ver el Chavo del Ocho o las caricaturas de los canales gringos a cambio de cinco centavos que nos cobraba la vecina por ver su televisión en blanco y negro desde la ventana. 

Eran tiempos en que la radio dominaba el ambiente de las comunicaciones en México y el mundo, donde sí teníamos que poner a trabajar nuestras neuronas para echar a volar nuestra imaginación. 

La voz de Isidro Olace nos transportaba a mundos exóticos y misteriosos, habitados por seres fantásticos, hermosas mujeres y malvados enemigos. 

Le hacía ver al profe Peña que Kalimán, el superhéroe mexicano por definición, aunque la historia nos dice que nació en un pueblo de Nepal, que es hijo de una familia real, que fue criado en un monasterio lama y que es el séptimo descendiente de la Dinastía de la Diosa Kali, lo sentimos como algo muy nuestro y estamos orgullosos de que, con sus poderes, podría patearle el trasero a Batman, a Supermán y al Hombre Araña juntitos. 

El reparto de la radionovela incluía la voz de Luis Manuel Pelayo, como Kalimán, la de Luis De Alba, como Solín (cuando era niño, ya de grande se convirtió en el Ratón Crispín); los guiones estuvieron a cargo de Víctor Fox, seudónimo de Héctor González Dueñas sobre argumentos de Rafael Cutberto Navarro Huerta y de Modesto Ramón Vázquez. 

Tanto éxito tuvo esta radionovela, gracias a la radiodifusión, que pronto saltó al papel, con la revista de aventuras homónima, que empezó a circular en 1965 y se vendió durante 26 años, a lo largo de 1,351 números consecutivos, de los cuales, 1,308 fueron originales y las demás, reimpresiones. 

Por último, se hicieron dos películas, una ambientada en Egipto, basada precisamente en la serie “Los Profanadores de Tumbas”, donde Kalimán conoce al pequeño Solín, y “El Siniestro Mundo de Humanón”, con locaciones en Brasil. 

En ambas, la caracterización del personaje principal estuvo a cargo del norteamericano Jeff Cooper y por el niño español Nino Del Arco, encarnando a Solín. 

Fueron dos churrones mal actuados y peor dirigidos, pero que en su tiempo fascinaron a las millones de personas que ya seguían las aventuras de El Hombre Increíble en la radio y en cómic. 

Tal vez la historia que más me fascinó fue “El Viaje Fantástico”, donde se combinaron mis personajes favoritos: Por un lado, los héroes y dioses griegos y por otro, Kalimán y su inseparable amigo Solín. 

Tal vez en otra ocasión les cuente algunos detalles de esa morrocotuda aventura. 

Una de las frases favoritas de Kalimán, cuando había algún peligro inminente, era: “Serrrenidad, serrrenidad y paciencia, mucha paciencia”. 

O cuando le impartía alguna enseñanza a Solín: “No hay fuerza más poderosa que la mente humana, y quien domina la mente lo domina todo”. 

¿Y quién no recuerda aquella entrada, antes de cada capítulo?: “Caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños, ¡implacable con los malvados! Así es: Tun, tuuuuuuunnnnnn. ¡Kalimaaaaánnnn, el Hombre Increíble! 

(Nota de la Redacción: Nuestro colaborador no incluyó el dato de que Kalimán es refrito de un héroe cubano llamado Tamakún, con iguales poderes y vestimenta). 

Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “Rememorar es tornar a ejercer nuestras funciones vitales”. (Recordar es volver a vivir).