Por Oscar Díaz Salazar
Aunque es poco el tiempo para juzgar, lo que se ha visto hasta ahora es para decepcionar, en cuanto al gobierno de Madero, Tamaulipas que preside Erasmo Gonzalez Robledo.
El Muñeco maderense venía de triunfar en las grandes ligas de la política nacional, en donde hilvanó seis años como diputado federal, presidiendo por un buen tiempo la muy importante Comisión de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública.
El personaje que hizo posible la feliz coincidencia (para ellos) de políticos y patrocinadores, el que junto él hambre de poder de su líder, guía y gurú, Mario Delgado, con las ganas de comerse el mundo a puños de los muñecos de Reynosa, el Cepillín de Santa Cecilia, el Contador Erasmo Gonzalez, pintaba para ser un alcalde fuera de serie, un garbanzo de a libra, pero no es así.
Muy poco es lo que se ha visto del gobierno del Muñeco Maderense, más allá de convertirse en el divulgador de la leyenda que señala qué hay una base de marcianos en la región y muy recientemente organizador del Carnaval de la zona conurbada.
Me reportan que los maderenses se sienten como los compradores de Temu y de las páginas que ofertan productos chinos, al constatar que el gran político que les mostraron en campaña, resultó un alcalde rabón, un edil de medio pelo, un producto que no da la talla ofrecida, ni la medida que requieren los maderenses.
Para hacer un trabajo decoroso, al Muñeco maderense le queda el recurso de que su padrino político (el financiero ya es finado) lo apoye con una inversión, una obra o un acto “extraordinario”, digamos la construcción de una universidad del sistema público, o una olimpiada estudiantil, algo relevante que le haga abandonar la ruta de la mediocridad y de las ocurrencias.
Y para peores penas del Muñeco maderense, resulta que los pilares socioeconómicos del pueblo, los petroleros, no lo ven bien, porque no llegó por su voluntad, y no se acercó de manera oportuna al señor de Victoria… andaba muy sobrado con sus padrinos mágicos, y para su desgracia ya poco pueden hacer por el.