Por Pegaso
Hay una palabreja que está de moda entre los diferentes colectivos: Revictimización.
Se refiere al hecho de mencionar en medios de comunicación y redes sociales que la víctima hizo algo o estuvo involucrado en algo que lo llevó a recibir el daño provocado por su victimario.
Al leer algunas reacciones de mi columna anterior titulada “Clamor”, no dejo de pensar en el tremendo dolor que sienten los padres ante la pérdida o desaparición de sus hijos. Debe ser algo terrible.
Pero también hacía la reflexión que una gran parte de los jóvenes caen seducidos por el oropel de la subcultura del narco y la violencia, lo que no debe dejarse pasar por alto porque, precisamente, ese es el origen del mal.
Mis comentarios no son con el afán de revictimizar a nadie, sino de poner los puntos sobre las íes. A estas alturas no podemos darnos el lujo de ser ingenuos, meter la cabeza en el hoyo y hacer como que no pasa nada.
Debemos estar atentos a lo que consumen nuestros vástagos en las redes sociales, con quiénes contactan y la manera de prevenirlo.
Yo, Pegaso, daré a esos padres que están en la situación descrita ad supra una lista de señales bien evidentes de que sus retoños empiezan a recibir el adoctrinamiento que de manera inevitable los llevarán a la vorágine de ser víctimas o victimarios:
1.- Si se tatúa: ¡Cuidado! Compartir los gustos y comportamientos de los delincuentes es como dejar las puertas abiertas de nuestra habitación a un vampiro. Hay de tatuajes a tatuajes, pero cuando nuestros hijos empiezan a pintarse calaveras, santas muertes, consignas violentas o armas, es señal evidente de que algo no anda bien.
2.- Escucha música de Julión Álvarez, Peso Pluma, El Komander, Colmillo Norteño, Los Buitres de Culiacán, Los Mayitos de Sinaloa, Los Buitres de Sinaloa, Los Canelos de Durango, Los Bukanas de Tijuana, Grupo Firme, Banda MS, Natanael Cano, Junior H, Calibre 50 y todo aquello que huela ha corrido tumbado o música sinaloense. Háganse el favor de leer el artículo: Los narcocorridos y su magia para atraer a millones de escuchas y expectadores; expertos opinan”, del portal informativo AM.
En lugar de ese tipo de música horrible y estruendosa que es una agresión para el sistema auditivo humano, ¿por qué mejor no enseñarlos desde pequeños a escuchar las acariciantes notas de Beethoven, Chopin y Strauss?
4.- Anda con sujetos de mala catadura. Como bien dice el Filósofo de Güemez: “Cuando veas a un pela’o con cara de buena gente, ¡es buena gente! Cuando veas uno con cara de pendejo, ¡es pendejo!, y cuando veas uno con cara de hijo de la chingada ¡es un hijo de la chingada! Y cuando veas uno con cara de sinvergüenza, ¡no le prestes dinero!”
5.- Está todo el día pegado en las redes sociales o en los videojuegos. No todo en las redes es malo, pero el riesgo de que sean contactados por personas dedicadas a actividades ilícitas siempre va a estar presente. Chicas y chicos jóvenes son el objetivo de los malos, la carne nueva que nutre sus filas cuando son diezmados por las fuerzas de seguridad o por grupos rivales.
6.- Muestra actitud esquiva, ya no quiere hablar con sus padres, empieza a utilizar palabras y expresiones propias de los malandros.
7.- No tiene trabajo ni estudia, se pasa la mayor parte del tiempo fuera de la casa, pero suele hacerle regalos caros a su mamá. ¡Ojo, madrecitas! Con ese tipo de chantajes pretende ganarse el favor y el apoyo de su progenitora quien lo defiende a capa y espada. Y cuando finalmente lo atrapan en alguna actividad ilícita o lo matan a balazos, la desconsolada mujer sale gritando que su hijo era inocente, que los policías o soldados son asesinos desalmados y que los medios de comunicación los revictimizan.
8.- Si sus hijas son bonitas y se exhiben sin recato en las redes sociales, eso debe encender las luces de alerta. El riesgo se potencia si anexa datos personales. ¡Aguas! Los delincuentes no tardarán en ponerles el ojo para satisfacer sus bajos instintos. Muchos secuestros de jovencitas empiezan con una inocente fotito subida a sus cuentas de Facebook, Instagram u Only Fans.
No digo más. He ahí algunas de las señales de alerta que nos guiarán para detectar que nuestros retoños ya andan metidos en malos pasos. Actuar antes de que sea algo irreversible es lo más importante.
Y para aquellos que aún tienen hijos cándidos e inocentes, mejor es cuidarlos como las niñas de los ojos, porque en este mundo cruel y deshumanizado, no falta alguien que quiera causarnos daño en lo que más nos duele: Nuestros hijos.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso, cortesía del Filósofo de Güemez: “Si no ha existido cambio alguno en las circunstancias significa que éstas no han variado”. (Si las cosas no han cambiado es porque siguen igual).

AL VUELO-Revictimizaciòn
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