EL RECAUDADOR DE FACEBOOK

Opinión

Por: Luis Enrique Arreola Vidal.

El funcionario que persigue deudas personales mientras Tamaulipas se hunde en austeridad selectiva.

Tamaulipas se ahoga en una deuda pública que supera los 75 mil millones de pesos, con municipios al borde del colapso y ciudadanos que enfrentan recortes presupuestales.

En el centro de esta tormenta financiera, la Subsecretaría de Egresos debería ser un faro de responsabilidad. Pero su titular, Gustavo Tadeo Rodríguez Taméz, parece más interesado en ventilar deudas personales en redes sociales que en resolver las del estado que juró servir.

Bienvenidos al reality show de la administración pública, protagonizado por El Recaudador de Facebook.

Un pleito menor, un símbolo mayor.

Según una crónica de Hora Cero (4 de julio de 2025), Tadeo dedicó su tiempo y su perfil personal a reclamar una deuda de unos cuantos miles de pesos a un promotor deportivo, César Rodríguez, por servicios de cronometraje.

Un funcionario que administra miles de millones de pesos del erario decidió exhibir en público un pleito que, en cualquier oficina seria, sería tratado con discreción.

¿El colmo? Mientras Tadeo persigue sus cuentas pendientes, miles de extrabajadores y maestros jubilados aguardan en vano el pago de laudos laborales congelados bajo el pretexto de la “austeridad”.

Este episodio no es una simple anécdota chusca. Es un retrato de la desconexión entre quienes manejan el presupuesto y las necesidades más elementales de los tamaulipecos.

¿Cómo puede un Subsecretario de Finanzas exigir transparencia si convierte su cargo en un escenario para pleitos domésticos?

La respuesta está en una relación que explica mucho más de lo que parece: la alianza entre Tadeo y Gerardo Illoldi Reyes, un vínculo tan estrecho que roza la complicidad.

El operador de Illoldi: una lealtad cuestionable.

En los pasillos de Palacio de Gobierno, no es secreto que Gustavo Tadeo fue el operador financiero clave de Gerardo Illoldi cuando este ocupó la misma Subsecretaría de Egresos.

Durante ese periodo, Tadeo ejecutó estrategias presupuestales bajo la instrucción directa de Illoldi, forjando una relación de confianza que lo catapultó al cargo actual.

Esta alianza —más que una colaboración profesional— plantea preguntas incómodas:

¿Estaban los intereses de Tamaulipas al frente, o primaban las lealtades políticas?

Illoldi, hoy Secretario del Trabajo, es un personaje conocido por colocar aliados en puestos clave y enfrentar señalamientos de nepotismo.

Su influencia en el ascenso de Tadeo no es casualidad: es el engranaje de una maquinaria que canaliza recursos y favores mientras la ciudadanía paga el precio.

Se rumora que Tadeo, como operador de Illoldi, facilitó el flujo de fondos hacia proyectos y campañas de interés político, mientras decisiones como el impago de laudos laborales se relegaban al olvido. Aunque estas acusaciones requieren mayor escrutinio, la cercanía entre ambos sugiere una complicidad que los tamaulipecos no pueden seguir ignorando.

Austeridad selectiva, indignación colectiva

La gestión de Gustavo Tadeo refleja una austeridad selectiva que castiga a los más vulnerables. En 2024, Tamaulipas destinó menos del 2% de su presupuesto a saldar laudos laborales, dejando a miles de familias sin justicia.

Mientras tanto, el presupuesto educativo y de seguridad enfrenta recortes, y los municipios claman por recursos básicos. ¿Y qué hace el Subsecretario de Egresos? Publica mensajes pasivo-agresivos en Facebook, como si su credibilidad institucional fuera un accesorio desechable.

La mezquindad administrativa no solo se mide en millones desviados o contratos fantasmas. También se manifiesta en la arrogancia de un funcionario que confunde su escritorio con un púlpito personal.

Tadeo, que presume en voz baja haber sido “clave” para las calificaciones crediticias internacionales del sexenio pasado, parece haber olvidado que su cargo exige algo más que cifras: exige ética.

El costo de la mediocridad

La relación entre Tadeo e Illoldi es un microcosmos del sistema que mantiene a Tamaulipas atrapado.

No se trata solo de un Subsecretario que reclama deudas en redes sociales o de un Secretario cuestionado por favoritismo. Es la historia de una administración donde las lealtades personales pesan más que el bien común; donde los operadores financieros de ayer son los guardianes del presupuesto de hoy.

¿Con qué legitimidad puede la Secretaría de Finanzas predicar responsabilidad fiscal si su Subsecretario convierte la función pública en un espectáculo?
¿Cómo confiar en un sistema que permite a figuras como Tadeo e Illoldi manejar el destino de millones mientras los ciudadanos pagan la factura de su indiferencia?

Un llamado al escrutinio

Tamaulipas merece servidores públicos que antepongan las necesidades del estado a sus egos y alianzas.

Gustavo Tadeo, con su pleito en redes y su historial como operador de Illoldi, representa lo opuesto: un funcionario que confunde el poder con la impunidad.

Su nombre quedará en la memoria colectiva no por sus logros, sino por su incapacidad de distinguir entre la dignidad pública y la banalidad personal.

Es hora de que los tamaulipecos exijan cuentas.
Que se investigue la relación entre Tadeo e Illoldi.
Que se auditen las decisiones presupuestales que han beneficiado a unos pocos mientras miles esperan justicia.

Porque si algo nos enseña este episodio, es que la mediocridad administrativa es tan corrosiva como la corrupción descarada.

Y eso, en un estado que lucha por salir adelante, es simplemente inaceptable.

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