viernes, agosto 22, 2025

EVOLUCIONA FUTURISMO POLÍTICO EN TAMAULIPAS EN TORNO A ANDY LÓPEZ

Opinión

     Nos referimos a varios grupos morenistas, y moreno-cabecistas  aparentemente sin coincidencias, pero convergentes  como ahijados futuristas del hijo de AMLO, el miembro del CEN del Movimiento de Regeneración Nacional,  Andrés Manuel  López Beltrán.

El común denominador entre ellos, es que son liderados por cuadros de la marca guinda que buscan la sucesión tamaulipeca  rumbo al 2028. Y otra de sus coincidencias generales,  reside en las fotografías que se han tomado con Andy, esto  último para apantallar y acalambrar a sus adversarios.  Al menos hasta hace meses, así lo hacían.

Hoy, se les observa un tanto desconcertados, después de las diferencias que  han  aflorado entre la Presidenta Claudia Sheinbaum y el junior del expresidente Andrés Manuel López obrador. Especialmente a raíz de los lujosos  viajes de Andy  al extranjero.

Lo anterior, desde luego no quiere decir que  estos guerrilleros del futuro, ya puedan ser declarados fuera de la jugada. Aunque sí se puede afirmar que cometieron un grave error táctico, acercándose demasiado a quien, todavía hace unos meses, se llegó a sentir que sería el próximo Presidente de la república, en seis años más. Y hoy, se observa muy desgastado prematuramente.

Dicen que en la política, la lealtad es una regla de oro,  que no tiene precio. En la cultura de las cúpulas políticas o de cualquier otra índole,  este valor  juega un papel preponderante, a la hora de evaluar perfiles y sopesar posibilidades reales de escalar a un cargo de poder.

Por lo general, los lideres de las instituciones  o de los corporativos  se fijan en colaboradores que han demostrado ser fieles a la causa. Cuando hablamos de la Presidencia de la república, esta tendencia se acentúa mucho más, y es estrictamente rigurosa.

No es ocioso decir que, en 2027 y 2028, la Presidenta Sheinbaum evaluará  con especial interés  aquellas o aquellos que,  han demostrado un probado apego hacia su liderazgo federal.

Lo anterior tiene que ver con los cambios operados  hacia la estructura del poder morenista en el país.  Nos referimos al incremento del poder político  conseguido por la Presidenta Sheinbaum , frente al  declive del grupo  tabasqueño, envuelto en una serie de escándalos e incongruencias, altamente dañinas para la narrativa de la cuarta Transformación.

Definitivamente, por causas ajenas a el mismo,  pero imputables a su familia, el expresidente López obrador ya no es considerado el líder moral de la 4T en el país. Y se ve difícil que lo dejen elegir  candidaturas a gobernadoras o gobernadores en las elecciones de 2027 y 2028.

Eso no quiere decir que AMLO no sea respetado, desde luego que tiene un lugar muy especial en el nuevo orden político, nacido a partir del 2018. Sin embargo, ha llegado la hora en que la historia posterior a su mandato, se está encargando de juzgarlo.

Todo ello tiene que ver con el surgimiento de una segunda generación de gobernantes morenistas en el país.  Hablamos de  futuras gobernadoras, gobernadores,   diputadas, diputados alcaldesas y alcaldes, cuyas carreras políticas  ahora  se encuentran en el umbral del  poder. Pero ahora bajo el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum,  desde Palacio Nacional.

En este punto, volvemos con las y los morenistas que, en su momento buscaron cobijarse bajo las alas de Andy en Tamaulipas. Lo peor es que algunos de ellos pregonaron que por esa vía tenían asegurado el futuro.

Craso error, apostarle a  la  continuidad de un ejercicio transexenal. Sobre todo cuando sabemos que por encima de ideologías o de principios, de trabajo en equipo y de proyecto transformador, el  ejercicio del poder no se comparte.

Todo este escenario se verá cada vez con mayor nitidez, conforme avance el tiempo. Llegará un momento en que necesariamente tengan que darse los respectivos cambios. Y emerja ya de manera más clara, el sexenio de nuestra primera Presidenta de México,  despojada ya de asomos de maximato.

En lo inmediato, los del Frente Andynista deberán de preocuparse por recuperar el terreno perdido. Y sobre todo, redireccionar su estrategia, construyendo sus respectivos proyectos en torno a quienes lideran las instituciones en lo federal y en lo estatal.

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