CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
legislar con dignidad.
Este miércoles comenzó un nuevo periodo de sesiones en el Congreso de Tamaulipas. Fue la sesión pública y solemne con la que se dio el banderazo a la actividad legislativa, tras tres meses de receso.
Se supone que los diputados aprovecharon ese tiempo para recorrer sus distritos, escuchar a la gente y recoger las problemáticas que aquejan a sus representados. Esa es la versión oficial.
La realidad, sin embargo, es muy distinta. Pocos, o casi ninguno, regresa de verdad a su territorio. La mayoría ocupa el receso en asuntos personales, mientras sigue cobrando puntualmente su dieta.
Dicho de manera sencilla, se trata de un privilegio disfrazado de responsabilidad. Un descanso pagado con recursos públicos, bajo el argumento de una supuesta cercanía con la ciudadanía que rara vez se concreta.
El punto es que los diputados vuelven al recinto legislativo. Y con ellos regresan también las expectativas ciudadanas, esas que cada vez son más escasas porque la confianza en la política se ha ido agotando.
El reto es grande. Porque no se trata solamente de llenar la agenda parlamentaria de iniciativas, sino de legislar con sentido, con responsabilidad, con compromiso social.
En cada legislatura se repite la misma historia: proyectos insulsos, ocurrencias disfrazadas de reformas, iniciativas que terminan siendo una simple estadística personal.
Hay quienes creen, tercamente, que entre más iniciativas presenten, más eficientes se verán. Y en su afán de figurar, llevan a la tribuna cualquier propuesta, aunque carezca de fondo y utilidad.
Pero en el trabajo legislativo —como en la vida misma— la cantidad no es sinónimo de calidad. Presentar cien iniciativas huecas no convierte a nadie en un buen diputado.
Lo que se necesita es rigor, análisis, sensibilidad y visión. Que cada propuesta surja de una necesidad social real y no del capricho del legislador.
El Congreso no debe ser un escaparate personal ni un campo de batalla partidista. Es la casa de las leyes, y como tal, requiere altura de miras.
Los diputados están obligados a dignificar su figura. A demostrar que representan auténticamente a la sociedad y no solo a un grupo político o a intereses particulares.
De nada sirve un Congreso convertido en ring de pleitos inútiles, en tribuna de discursos estériles o en fábrica de ocurrencias. Tamaulipas necesita un Parlamento serio.
El nuevo periodo de sesiones es una oportunidad. Una ventana para corregir los vicios de siempre y para mostrar que es posible legislar con decoro.
La ciudadanía no espera milagros, pero sí coherencia. No exige perfección, pero sí responsabilidad. No demanda genialidad, pero sí trabajo honesto.
A final de cuentas, legislar con dignidad es un deber elemental. Y es lo menos que se puede esperar de quienes juraron cumplirle al pueblo.
La pregunta es si estarán a la altura de esa encomienda. Si tendrán el valor de legislar pensando en la gente y no en sí mismos.
El Congreso inicia hoy un nuevo capítulo. Una historia donde la ley deje de ser ocurrencia y se convierta en verdadera herramienta de transformación social.
Porque solo así, con seriedad y compromiso, podrá dignificarse la figura del diputado, y recuperar el respeto que hace tiempo perdió.
EL RESTO.
NO SE ARRIESGÓ.- El diputado federal del partido “Verde”, Mario, “La Borrega”, López, prefirió no arriesgarse a otro desaire y humillación, y optó por no acudir a la sesión pública y solemne del Congreso del Estado, en el Polyforum de Ciudad Victoria, donde este martes reciente rindieron protesta 147 impartidores de justicia que integran el nuevo Poder Judicial de Tamaulipas.
Y es que fue ahí mismo, en el Polyforum, donde al exalcalde matamorense le negaron el acceso para estar presente en el informe que rindió recientemente la presidenta Claudia Sheinbaum.
El tema de fondo es que el legislador federal debe andar preocupado porque definitivamente trae en contra a todo el poder estatal.
ASI ANDAN LAS COSAS.