MANITO REY

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

Por un arreglo entre el entonces gobernador Cabeza de Vaca, su hermano José Manuel, encargado de las obras públicas en el clan y el constructor Rolando Cantú Barragán, que logró tener voz y voto en la designación de los funcionarios de Obras Públicas con la aportación de cien millones de argumentos, el contador Reynaldo Garza, alias Manito Rey, fue comisionado a vigilar el retorno de la inversión de Rolando, vía la asignación de contratos de obra pública y/o en dinero constante y sonante.

Manito Rey es un tipo muy hábil, muy sagaz, muy lampareado, muy competente para privatizar los recursos públicos, muy trucha para el manejo del dinero. Se acomodó como subsecretario, y para fungir como la cara amable de la secretaria, y sobre todo para firmar lo que se debe firmar, pero que también compromete y deja huella, fue reclutada la arquitecta victorense Cecilia del Alto.

La secretaria debutó siendo novata en la administración pública, neófita en temas de supervisión, contratación, seguimiento, licitaciones, fianzas, proyectos, programaciones, operación, subcontratación, y en toda esa maraña de trámites, licencias, permisos y requisitos que son propias de la obra pública.

Desde el inicio del sexenio vacuno, se supo y se dijo que la arquitecta Cecilia del Alto fue reclutada para firmar, esto es para responder ante la opinión pública, los interesados y las autoridades por lo que se hacía o se dejó de hacer en una dependencia que funciona con procesos delicados, tortuosos y muy complejos.

Me acordé de este arreglo bajo el cual operaron las obras públicas de Cabeza de Vaca, al leer que el subsecretario de obras públicas, Reynaldo N, alias Manito N, alias el zumbón, y alias el Chicken Little, fue vinculado a proceso y por lo tanto tendrá que estar firmando en un juzgado mientras se resuelve su situación legal.

Manito N no contaba con la astucia de la arquitecta Cecilia del Alto que aún cuando fue contratada para firmar, su condición de victorense le ayuda para no tener que hacerlo en un juzgado, como si tendrá que hacerlo quien prefirió pagar para que otra firmara.

Afirmo que la condición de victorense es lo que le ha valido a Cecilia del Alto para no ser molestada a pesar de que se han encontrado múltiples irregularidades en la dependencia que estuvo a su cargo, como lo prueba esta vinculación a proceso de su subordinado Manito N, así como los casos que sirvieron para desaforar a Pancho N.

Como lo he escrito en varias ocasiones, la clase política victorense, lo que significa todos los victorenses, pues la administración pública es la única actividad económica de la capital, se ayudan, toleran y justifican unos a otros, en la misma proporción (intensa) que critican, perjudican y obstaculizan a los foráneos.

Una prueba más de mi tesis sobre el pacto de ayuda, no escrito, pero vigente, de los victorenses, es que Manito Rey ya cuenta los días para que le obsequien su auto… de formal prisión, mientras su jefa Cecy disfruta su debut como influencer en temas de autoayuda y vida saludable.

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