LAS CABRAS QUE SI DAN LECHE

Opinión

Por Oscar Díaz Salazar

He diferido por un buen tiempo la escritura de estas historias que hoy les voy a compartir, y que escuché en varias conversaciones, tan amenas como interesantes, con el personaje central de las mismas, el ex diputado y ex regidor, Julio César Martínez Infante.

La razón para posponer este escrito, es que me parece un tema tan interesante, tal relevante, tan valioso, que por visualizarlo como un reto mayúsculo, al que habría que dedicarle bastante tiempo y esfuerzo para lograr un escrito a la medida del tema, ha pasado el tiempo sin tener un relato, ni bueno ni malo, simplemente inexistente. Y por eso escribo esta versión que espero algún día mejorar y destinarle el tiempo que merece.

A mediados de los años ochentas, del pasado siglo, la dirigencia del Partido Mexicano Socialista (PMS), comisionó al diputado federal Gerardo Unzueta Lorenzana a realizar trabajo político en Tamaulipas, en preparación para su participación como candidato al gobierno del Estado.

Para acompañar al tampiqueño Gerardo Unzueta en sus andares por Tamaulipas, la directiva del partido le asignó al ingeniero victorense Julio César Martínez Infante, en calidad de chofer, asistente, secretario y ayudante.

Gerardo Unzueta dividía su tiempo, su semana, entre sus responsabilidades como diputado federal y las tareas que le asignó el partido para hacer presencia y organizar a los simpatizantes y militantes en su estado natal.

El personaje que se definía a sí mismo como comunista, que fue militante del PC, creía por supuesto en la intervención del Estado en la economía y en la necesidad de planificar el desarrollo, y por eso es que estableció la estrategia de visualizar ocho grandes proyectos que detonaran la economía de las regiones, 8 proyectos económicos con una localización coincidente con los distritos electorales que en ese tiempo constituían la geografía electoral tamaulipeca.

Para el cuarto distrito, para la zona semidesértica, la zona que el ex gobernador Egidio Torre llamó el altiplano, se propuso un proyecto integral de caprino cultura, que se ejecutó parcialmente bajo la conducción y liderazgo de Martínez Infante y el apoyo y acompañamiento de Gerardo Unzueta.

El proyecto consistía en convertir a la zona de Tula, Jaumave, Miquihuana, Bustamante y Palmillas, en una región productora de cabras, y procesadora de carne, leche cuero y subproductos.

La “nuez” del proyecto, el guasumara dirían en la frontera, consistía en traer, aclimatar y explotar una variedad de Chivas canadienses que producen hasta cinco litros de leche y que sobreviven con pocos requerimientos, una vez aclimatadas a la región.

A Martínez Infante le tocó negociar con los directivos de la trasnacional Nestlé, líderes en producción y venta de leche en polvo y en lata, y consiguió la promesa, por escrito, de comprarles toda la leche que produjeran y de instalar en uno de los municipios de la región una reciba equipada con refrigeradores y pasteurizodora. En ese tiempo toda la leche de vaca que vendía la Nestlé, tenía un porcentaje de leche de cabra que le daba consistencia, color y sabor.

Con los restauranteros de Monterrey, y con los introductores de ganado caprino, Julio César consiguió que establecieran, por escrito, la promesa de construir un rastro para el sacrificio y el procesamiento del ganado caprino, destinado al consumo humano. Este rastro se construiría en otro de los municipios de la región.

Con los fabricantes de calzado y artículos de piel del Bajío, también se negoció una promesa de invertir en una curtiduría para el aprovechamiento de los cueros de chivo que se tendrían en cantidades importantes.

Escapa en estos momentos a mi memoria el plan para el uso y aprovechamiento de cuernos, pezuñas y huesos, que ya tenían los impulsores del proyecto, que como ya les dije, fue la temática y la oferta de campaña del candidato a gobernador de Tamaulipas por el PMS, Gerardo Unzueta Lorenzana.

Pero lo más interesante de esta historia es que no fue un proyecto que quedó en documentos o en el discurso de campaña. Hubo avances y éxitos parciales.

Como integrante de la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados, Gerardo Unzueta consiguió que se destinaran recursos para comprar los chiv@s, que llegaron de Canadá en un barco que las trajo a Tamaulipas, ingresando por el puerto de Tampico para ser trasladadas a los ranchos del cuarto distrito.

Como se trataba de una iniciativa y un proyecto de la oposición, los presidentes municipales y los comisariados ejidales boicotearon y se opusieron a la participación de la comunidad, pero de cualquier forma hubo personas que decidieron organizarse, apoyar el proyecto y recibir una dotación de 50 cabras y un chivo (macho), con el compromiso de regresar, en un año, otros cincuenta y un animales, para iniciar el ciclo en otro rancho, con otro productor y con otra familia.

La resistencia de los caciques pueblerinos y priistas a un proyecto de la oposición, de los comunistas, fue intensa y constante. El ingeniero Agrónomo Julio César Martínez Infante tuvo que abandonar la región, luego de un incidente en el que la enardecida multitud intentó linchar al presidente municipal en funciones, por violar a una jovencita de una comunidad rural, siendo este agravio la gota que derramó el vaso del hostigamiento general a los promotores y participantes de este proyecto que a pesar de toda su nobleza y viabilidad económica, fue eliminado para que no se generara el precedente de mostrar que la oposición tenía mejores propuestas que el ofícialismo.

El proyecto era bueno, sigue siendo bueno, sigue siendo válido, es pertinente y es oportuno para una región que vive de las remesas de los familiares expatriados y de las ayudas gubernamentales, y lo digo (escribo) sin el menor ánimo de ofender y con la única pretensión de describir objetivamente la realidad de una región que aprecio, entre muchas otras razones por ser la tierra de mi familia materna, el lugar donde nació mi Madre.

No extiendo más mi relato, no por esta ocasión, aunque espero abundar y documentar más y mejor esta historia de un proyecto impulsado por dos grandes personajes de la política y de la izquierda, que con su trayectoria y su actuación política, desmienten a los que piensan y dicen que en Tamaulipas no hay ni hubo militantes de izquierda.

Termino con un saludo y reconocimiento a mi amigo Julio César Martínez Infante, alias el Zar del Orégano, el Ciro Peraloca ranchero. Un tipo que aprecio y al que admiro por su congruencia y por ese entusiasmo que tiene por innovar en el campo desde todas las perspectivas, lo mismo en técnicas agrícolas que en la organización de los productores.

Abrazo con afecto al líder de la facción ‘tosquista” en el Congreso del Estado, y no por ser seguidor de León Trosky, sino por ser tosco… y lo digo como elogio, pensando en que es simple, directo, sincero, transparente.

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