MORENA SE PELEA CON MORENA

Opinión

CONFIDENCIAL

Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

Morena volvió a pelearse… pero contra sí mismo. Lo ocurrido en Altamira es apenas un botón de muestra de la fractura que se gesta dentro del partido en Tamaulipas.

El enfrentamiento a golpes durante la elección de comités seccionales en aquel municipio, no fue un accidente ni un exceso de efusividad: fue el reflejo de la disputa interna que ya se cocina rumbo al 2027.

Ese año, los tamaulipecos renovarán 43 alcaldías y 36 diputaciones locales. Y aunque todavía faltan dos años, los grupos políticos dentro de Morena ya se mueven con desesperación para asegurar posiciones.

En Altamira, el alcalde Armando Martínez Manríquez intenta allanar el camino para que uno de los suyos lo suceda cuando deje el cargo. Su “gallo” es Ciro Hernández Arteaga. Del otro lado, el grupo que se identifica con el diputado Marcelo Abundis Ramírez, quien sueña con ser presidente municipal, le hace frente sin concesiones.

Así, la integración de los comités seccionales, que debería fortalecer la estructura partidista, está siendo el caldo de cultivo del divisionismo.

La escena no es aislada. En Reynosa, varios diputados —tres o cuatro, por lo menos— ya “pican piedra”, desesperados por posicionarse como candidatos a la alcaldía que hoy encabeza Carlos Peña Ortiz.

En Matamoros pasa lo mismo. Aunque el alcalde Alberto Granados puede reelegirse, hay quienes buscan arrebatarle la candidatura. Entre ellos, el diputado Víctor García Fuentes, que se mueve con estrategia y paciencia.

Cada municipio tiene su propia versión de la misma historia: grupos morenistas midiendo fuerzas y disputándose anticipadamente el derecho de ser candidatos.

La unidad partidista queda en segundo plano. Lo que cuenta es el músculo político, la capacidad de movilización y, por supuesto, la cercanía con quienes reparten las candidaturas.

Como suele ocurrir en los partidos que gobiernan, Morena enfrenta el dilema de la abundancia. Tiene más aspirantes que cargos por repartir.

Cuando eso pasa, los pleitos son inevitables. No se trata de “si” habrá fracturas, sino de “cuándo” y “dónde” explotarán con mayor fuerza.

El episodio de Altamira fue el primer aviso. Una riña que puso en evidencia lo que muchos prefieren callar: Morena se está desgastando desde adentro.

Lo más delicado es que apenas comienza. Entre más se acerque la fecha electoral, más intensas serán las disputas y más difícil resultará disimularlas.

Y como si el 2027 no fuera suficiente desafío, la situación se complica más porque en el 2028 los tamaulipecos elegiremos nuevo gobernador o gobernadora. Otro premio mayor en disputa.

El 2027 todavía se ve lejos, pero para los grupos morenistas ya está a la vuelta de la esquina. La lucha por las candidaturas se ha convertido en una carrera adelantada.

El partido en el poder lo sabe: si no controla sus conflictos internos, podría llegar dividido a la contienda.

Y aunque la oposición luce debilitada, cualquier resquicio de división es suficiente para darle oxígeno.

La pregunta es si Morena en Tamaulipas será capaz de procesar sus diferencias sin desfondarse en el camino.

Hoy parece que Morena es imbatible en el estado. Pero su peor enemigo no está afuera, sino adentro. Al final, puede que no sea la oposición quien lo derrote en 2027… ni en 2028. Puede que Morena pierda contra Morena.

ASI ANDAN LAS COSAS

roger_rogelio@hotmail.com

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