Por René Mondragón
Con el recuerdo de Juan Dabdoub y Charlie Kirk
Y la Fe en nuestra lucha por la Vida Eterna
La pregunta es tan necia como obligada ¿Qué está pasando en nuestro país, que cada día surge y se estpa una cloaca de mentiras, engaños, corrupción, simulalción y la “cultura de las buenas noticias matutinas”, que machacan que todo marcha fabuloso y lleno de felicidad, aun cuando el ciudadano de a pie vive lo contrario?
SOLO PARA PREOCUPAR
De verdad, ya resulta masoquista ver y oír los informativos, porque, además de muchas osas insulsas derivadas de producciones de bajo costo y pastelazos, prácticamente, aparece una nota que alude a excesos de funcionarios y políticos; a convocatorias a vivir una medianía que a nadie le importa, o bien, conocer –por enésima ocasión, las tripas de una hilera de sucesos que siempre acaban en caras sorprendidas de las autoridades, el regaño a los reporteros incómodos, la solicitud de pruebas y denuncias que al final del d día se irán por la alcantarilla, porque unos y otros disfrutan del manto maravilloso de la opacidad, sin falta la peregrina opinión de un reducido senador que argumenta hoy, que no encuentra razones para ser austero.
MENUDENCIAS
Desde luego que, a falta de mejores argumentos, el pasado siempre resulta el mejor candidato, para ser el culpable de la incapacidad e incompetencia –provocada o natural- que despide un aroma a permanente complicidad.
La palabra y la narrativa de los primeros niveles de la función constitucional federal, mienten, maquillan, disfrazan y llenan de eufemismos las equivocaciones y los malos resultados. Y para que todo cuadre, las estadísticas y mediciones se manosean lo suficiente, como para demostrar lo que se hizo famoso con la hilarante declaración de “…no es que haya más violencia, lo que pasa es que aumentaron los homicidios…”
Algo semejante ocurrió con la empobrecida imagen de un presidente ondeando un pañuelito blanco para asegurar que en México ya había paz, porque “se acabó con el huachicol”
El primer informe de gobierno dejó de ser la presentación del estado que guarda la República Mexicana, para convertirse en un agregado llamado por algunos observadores como “el séptimo informe de AMLO”, además de ser la exhibición –entre cuates y cuotas- de un monumento al autoelogio y la egolatría.
Frente a la gravedad de un accidente que provocó luto y dolor por el estallido de una pipa de gas con miles de litros el combustible, se otorga el incondicional apoyo federal a la jefa de gobierno de la Ciudad de México. No así a los heridos y/o familiares de los fallecidos que en los hospitales públicos no encontraron el 90 por ciento de los medicamentos requeridos por sus pacientes.
Apoyo total a la fiscalía… no a las madres buscadoras. Se destapa la corrupción anidada en la Marina, posterior a la visita del Secretario de Estado de Trump, y los culpables o se amparan o huyen bien resguardados para no embarrar al ex presidente macuspano y al tío que fue Secretario de Estado en esa época.
La pregunta vuelve a ser necia: ¿Por qué? Y las respuestas son varias y van más allá de la simpleza de los “memes”, del catón ingenioso o las metadas de madre de los ciudadanos inconformes.
ENCONTRAR RESPUESTAS Y SALIDAS
Hubo un impasse de varios años para llegar hasta el México de este tiempo, por culpa de todos y e muchos otros. Sin embargo, en el fondo, radican cosas que hacen falta; otras que, es necesario recuperar, muchas más que requieren reversibilidad y no pocas, una enorme motivación innovadora para rescatar al México que merecen quienes dan forma y fondo a las siguientes generaciones.
1. Retomar el sendero de la Ética Política. Es caminar con su propuesta de principios, valores superiores y acciones dirigidas a enfrenta la corrupción hecha sistema y tradición secular. No es limitarse a colgar –de salva sea la parte- a los perversos y corruptos malandros. Se trata de cultivar y transformar una nueva Cultura Política desde sus raíces profundas.
2. Es jugársela con enorme valentía y hombría de bien, apostando por una transparencia de pensamiento, palabra y obra, porque la opacidad es cultivo de fantasmas en el servicio público y privado. Aquí se ubican los impactos de la rendición de cuentas, no solo ante los órganos competentes del Estado, sino más aún, como respuesta valiente ante la ciudadanía.
3. Definición y establecimiento de Códigos de Ética, de donde se deriven los instrumentos y mecanismos de control apropiados; las declaraciones patrimoniales sin escondrijos y la participación activa e intensa de la ciudadanía impulsando el control social, los observatorios ciudadanos, las contralorías sociales y el libre acceso a la información pública.
CERROJAZO
Si esto se percibe relativamente fácil… entonces… ¿Por qué no se ha seguido en este navegar de corrupción? Es pregunta