RICHIE

Opinión
Al Vuelo
Por Pegaso
No. Yo no quisiera tener de Presidente a un patán, miserable, misógino y engreído como es el Tío Richie.
Se le ubica como uno de los más ricos empresarios de Mexicalpan de las Tunas, pero ni todo el dinero que tiene le quita lo mamón.
Trae un pleito casado con la Cuarta Transtornación, desde que quiso manipular al Cabecita de Algodón y este lo mandó a freír espárragos, a pesar de que le aportó muchos millones de pesos para su campaña.
Algo así como lo que ocurrió con El Trompas y Elon Musgo en Gringolandia, unos años después.
Pero aquí, en nuestro país, el Tío Richie ya quiere postularse como Presidente de la República en el 2030, cuando es sabido que debe chorromil millones de pesos a Hacienda por no haberse reportado con Lolita durante décadas.
Cosa que no está nada bien de parte del SAT, porque cuando un ciudadano común y corriente se atrasa un solo mes, inmediatamente los muchachitos de Hacienda empiezan a requerir el pago, si no, te viene una auditoría que no te la quitas de encima ni con lejía.
Pero a los ricachones, como el propietario de Elekta, Banco Aztuerca y Tele Aztuerca, no los alcanza la justicia fiscal, porque pueden ampararse una y otra vez, las que sean necesarias porque para eso es la lana, para gastarla en lo que sea necesario.
Y vamos, que cada amparo cuesta las perlas de la virgen, aún con el nuevo Poder Perjudicial.
El Tío Richie mantiene constante roce con otro ejemplar, emanado de las más profundas cloacas de la izquierda mexicana: Norroña.
De joven fue porro y hasta donde se sabe, nunca trabajó. Cuando se metió a la política, criticaba a diestra y siniestra el sistema político mexicano, que en cada sexenio arrojaba camadas de nuevos ricos.
Norroña lanzaba su lengua viperina contra la clase adinerada.
Desaseado, con aliento alcohólico y facha de pordiosero, la lana le empezó a llegar con sus primeros sueldos de legislador. Y cuando la Cuarta Transtornación llegó al poder, se aguantaba las ganas como los meros machos y siguió manteniendo una vida modesta, porque así se lo exigía el santón que estaba en la Presidencia de la República, su Jefe Máximo: #YSQ.
Pero nomás se retiró este a La Chingada, y Norroña se descosió, se soltó el pelo. Empezó a viajar por el mundo en vuelos privados, a comprarse una camionetita acá, una casita acullá y presumió su nuevo estatus como cualquier burgués.
Por eso el Tío Richie, que tampoco es santo de mi devoción, le dijo que le tiene envidia, que quiere vivir como él y que por eso se da esos lujillos.
No sabemos todavía si el chimengüenchón del Norroña le contestó al milloneta engreído, pero los mexicanos vamos a ser testigos de un duelo de egos, uno de derecha y otro de izquierda.
Será algo así como aquella famosa paradoja del choque de un objeto imparable contra otro inamovible.
Veremos de qué cuero salen más correas.
Por lo pronto, nos vamos con el refrán estilo Pegaso que dice así: “Tan deplorable el moteado como el bermejo”. (Tan malo el pinto como el colorado).
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