AL VUELO
Por Pegaso
“Candil de la calle, no se endereza jamás”… no. “Árbol que crece torcido, oscuridad de tu casa”… tampoco. Bueno, la idea es esa, como decía El Chapulín Colorado.
Los dichos y refranes mexicanos son muy sabios y deben ser incluidos como parte del Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Sirven para toda ocasión. Por ejemplo, para describir la actividad que lleva a cabo en Palestina nuestro bizarro, chimengüenchón y sacalepunta Senador de la República, siempre igualado, pero jamás imitado Frenández Norroña.
Él solito, con dinero de nuestros impuestos, anda de tour en aquel país del medio oriente dizque para documentar los efectos de la guerra en el pueblo palestino.
Para empezar, el Presidente del Estado Palestino, Mahumud Abás, no se dignó a recibirlo y le envió a una secretaria.
Traductor de por medio, explicó los motivos de su visita, además de mostrarse solidario con el sufrimiento de miles y miles de refugiados que han perdido sus casas y a miembros de sus familias.
Tanta es su congoja, que hasta se tomó unas tiernísimas fotos donde se le ve llorando y enjugándose las lágrimas con un blanco pañuelo. Fotos que después subió a sus redes sociales para que los mexicanos veamos el gran corazón que tiene y la empatía por el sufrimiento de toda esa gente.
Pero hasta donde yo sé, jamás ha derramado una sola lágrima por los miles de ciudadanos mexicanos que diariamente viven el terror en sus comunidades, por las familias de los desaparecidos, por las víctimas de la violencia en su país, por la pobreza extrema en que aún viven millones de compatriotas que no les alcanza ni para comer frijoles en bola.
Por esos debería estar llorando nuestro patriota legislador.
Váyase unos días a Sinaloa, a Guanajuato o a Reynosa. Aquí le podemos organizar un bonito tour por la Chicho Mendoza, por la Aquiles Serdán o la Benito Juárez, de noche, a pata.
Sus ardientes lágrimas -más falsas que las de un actor de moconovela- que muestra en el mosaico de fotos que él mismo subió a su cuenta de Facebook no van con su personalidad de porro y de gandalla que siempre lo han caracterizado.
Según él, los que lo critican están demostrando su falta de empatía con el sufrimiento del pueblo palestino, pero no.
La verdad es que Norroña era el sujeto menos indicado para ir a darse golpes de pecho por los bombardeos constantes de Israel, que han provocado muchas muertes civiles y el desplazamiento de millones de personas.
Recordemos que recientemente se compró su residencia, sus carritos último modelo, se da sus lujitos, viaja en primera clase y todo esto, después de proclamar que todos los mexicanos debemos vivir en la pobreza franciscana, con solo un par de zapatos, unos pantalones, unos calzones y una camisa.
La incongruencia entre la vida que llevaba antes, en la justa medianía, y la que lleva hoy, con muchos billetes en sus cuentas bancarias, es abismal.
Es como el cuento de aquel patito feo que cuando crece, se convierte en un majestuoso cisne.
Pero Norroña no tiene nada de majestuoso. Es un pelafustán que siempre ha sido utilizado por la izquierda de mierda, como dice el Tío Richie, para denostar al poder y después a los opositores al poder, gracias a su lengua viperina.
Por eso aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice así: “Secreciones lacrimales de reptil crocodiliano”. (Lágrimas de cocodrilo).
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