Por Oscar Díaz Salazar
Entre los hermanos Diaz Salazar, y su descendencia, tenemos un chiste o anécdota del que se pueden sacar muchas reflexiones. Se trata de una expresión que con frecuencia nos decía mi Madre, siempre con el tono imperativo que utilizan las madres mexicanas. Se trata de las muchas ocasiones en que la autora de mis dias, preocupada por mi salud y bienestar me recomendaba abrigarme. La instrucción original era “ponte sueter porque hace frio”, pero con ganas de reírnos la cambiamos a “ponte sueter porque yo tengo frio”.
Traigo a colación esa expresión de una madre que siempre cuidó de sus retoños, con harto cariño camuflajeado con la severidad que necesitaba para abarcar los sentimientos que suelen repartirse en las familias donde hay padre y madre, a propósito de las criticas que dedican y reciben los que tienen algo que festejar.
Nuestro país es tan grande, tan complejo y con tantos problemas y tragedias, que cada día tenemos argumentos para la tristeza, para el dolor, para la rabia y para muchos sentimientos negativos o penosos. Pero por las mismas razones, simpre habra tambien muchos argumentos, temas y motivos para la alegria, para la felicidad, para la fiesta, para el bien estar y bien sentirse.
Lo digo pensando en las criticas a los militantes y dirigentes panistas por celebrar su “relanzamiento” en un tiempo en el que varias ciudades de la costa del Golfo de México, padecieron inundaciones por las lluvias intensas y prolongadas que causaron el desbordamiento de rios.
Les comparto que yo tembién sentí enojo cuando lei que en los dias inmediatos que siguieron a las inundaciones de mi pueblo (Reynosa) el gobierno del Estado celebraba un festival masivo con los niños de la capital… festival que por cierto no ha tenido su repica en mi ciudad.
La presidenta Claudia Sheinbaum también es criticada con frecuencia por permitirse participar o asistir a celebraciones o festejos de todo tipo, recordándole que en algún lugar se llora o se sufre por una tragedia o una enfermedad.
Creo que los gobernantes deben estar con los gobernados en las buenas y en las malas, que deben prestar auxilio en las tragedias, pero también compartir las alegrías en las fiestas del pueblo, en las celebraciones por los éxitos colectivos y en las ocasiones en las que se logra o se tiene algo positivo.
Será porque no he tenido que experimentar en mi persona, en mi familia o en mis afectos, uno de esos males o daños que han tomado carta de naturalización en nuestro país, como es el caso de los desaparecidos, los asesinados, los secuestrados, los niños con cáncer y sin medicamento, los privados de la libertad en forma injusta, etc., puede ser por eso que no estoy de acuerdo con los que visibilizan estas problemas, los que abanderan esas causas, cuando pretenden que se suspendan todas las acciones y desiciones del gobierno, y de la sociedad, para dedicarse en forma total y exclusiva a atender sus problemas.
Escribo el párrafo anterior con el respeto que me merecen los activistas, los miembros de colectivos, los familiares y amigos de quienes padecen por una acción u omisión del Estado, por los que son victimas de violencias o sufren la perdida de un ser querido. Pero también agrego que se debe procurar la felicidad, el bienestar y la alegría.
Cierro estas reflexiones con un exhorto para tolerar y aun perdonar a quienes son felices o buscan la felicidad y la alegría, y para comprender a quienes están instalados en la negatividad y el odio.
Las reflexiones que hoy les comparto, creo que describen muy bien lo que ocurre en la vida y el debate público. Estamos haciendo política y reflexión desde los sentimientos personales e inmediatos, y no desde la objetividad, la visión amplia y la comprensión y empatía con los demás.
